Menú semanal Plus | Primera semana de septiembre
Una cocina abigarrada en verde petróleo. La fascinación por la arquitectura brutalista. Las viejas tiendas de ultramarinos, una mujer de 92 años y otra visión de Manhattan en los años 70 y 80.
Una semana más, el menú semanal llega para ayudarte a organizar las comidas y cenas de la semana que viene. En tu mano está adaptarlo a tus gustos y necesidades, seguirlo en parte o al pie de la letra. Haz tu lista de la compra y que el lunes te pille en perfecto estado de revista. ¡Que tengas una buena semana!

Empezamos el curso con una cocina con mojo: abigarrada, vivida y reciclada en una nueva etapa. La cocina de Lisa Piddington tiene algunas de esas cosas que en cualquier foro de decoración harían saltar de su silla a la Bree Van de Kamp de turno: una alfombra de pelo bajo el fogón, una bandeja que parece un oleo sobre los fuegos y hasta una lámpara de pie con pantalla.
El verde petróleo es el color dominante que se repite en las paredes, en la pintura y el papel pintado, –aligerado con motivos más claros– y los muebles de cocina.
Estos son reciclados, se han pintado para darles una nueva vida, una de las tendencias más potables del DIY actual. Se acabó la tiranía de las cocinas impolutas y con acabados impecables. Los muebles se pueden pintar y los límites los marca la imaginación. Bueno, y a veces el casero.


En el techo, en los estantes y en las encimeras aparecen plantas de distintas especies, que le dan un aire muy fresco, como de invernadero. Hay hasta un cuelgamacetas de macramé, mira lo que te digo.
El almacenaje visto de la soberbia estantería de madera y hierro deja ver moldes apilados, recuerdos, figuras, menaje de cobre y un cucharón esmaltado en verde esmeralda que no está ahí por casualidad. La clave es que todo sea bonito para que no parezca que la vida en esa cocina te está pudiendo.
La parte de los muebles bajos que no tiene puertas se ha resuelto con una cortina estampada en color marrón. Que en algún lugar hay que esconder lo feo; esto cualquier influencer de decoración debería tenerlo claro.
Estas cocinas tan chulas, con tanto bodoque y que entran tan bien por los ojos, son un estupendo ejemplo para que tengamos claro que no hay cocina pequeña que pueda jugar con nuestro sueño de tener un espacio bonito y quedón. Mucho más quedón que la cocina de Kim Kardashian, sin duda.
Sí, me has vuelto a pillar. Me gusta la arquitectura. Es una de las cosas que desde niña me acompañan, como el gusto por las ferreterías –paseo por Obramat como Charlie por La Fábrica de chocolate– o las tiendas de telas.

No soy una entendida, solo disfruto mirando edificios y reviso cuanto me llega sobre el tema. Ayer, leyendo esta noticia sobre la zapatería brutalista de Madrid, pensé que sería buena idea charlar sobre uno de los estilos arquitectónicos que más me fascinan: el brutalismo.
La arquitectura brutalista siempre ha sido polémica, más aún en sus comienzos, en torno a los años 50 y 60. Está alejada de toda convención, utilizando materiales como el ladrillo y –sobre todo– el hormigón, que se presentan vistos, sin cubrir ni pintar. Los elementos estructurales quedan al descubierto jugando con grandes volúmenes, muchas veces excesivos o intimidantes, y escasez de adornos, siendo los pocos que se permiten troqueles en el hormigón.
El primer edificio calificado como brutalista fue Villa Gött, levantado en 1950 en Uppsala por los arquitectos Bengt Edman y Lennart Holm, y al que que su colega Hans Asplund describió como Nybrutalism (Nuevo brutalismo1).
A pesar de esto, Es Le Courbusier, con el edificio de viviendas Unité d’Habitation, construido en Marsella en 1952, quien lleva los laureles del nacimiento del brutalismo.
El brutalismo en España
Seguro que has visto más de uno, de dos y de tres edificios brutalistas en vivo. Algunos, como la ya derribada Pagoda de Miguel Fisac (Laboratorios Jorba), ya no se puede contemplar desde la Avenida de América de Madrid, donde se ubicaba. Otros, como las casas de los militares de San Benardo (Edifico Princesa) –espectacular y lleno de vegetación– son una sorpresa en pleno centro de la capital.
En muchas ciudades no es difícil ver edificios brutalistas dando un garbeo. Madrid es una de ellas. Torres Blancas (Sáinz de Oiza), el Tribunal Constitucional (Antonio Bonet y Francisco G. Valdés), La Facultad de ciencias de la información (José María Laguna y Juan Castañón), La Torre de Valencia y la Casa Carvajal (Javier Carvajal), el Instituto de Patrimonio Cultural de España (Fernando Higueras y Antonio Miró) o el Edificio Beatriz (Eleuterio Población) en la calle Ortega y Gasset son algunos de ellos.
Walden 7 y La Fábrica (Ricardo Bofill) en Barcelona, la Sede del Colegio de Médicos de Sevilla (Rafael de la Hoz), El Complejo religioso Pasionistas en Santander (Ricardo Lorenzo García), el conjunto parroquial de San José en Sarón, Cantabria (Emilio Mª de la Torriente), la Escuela Náutica Blas de Lezo de Pasaia (Luis Laorga), el Santuario de Aránzanzu en Oñati (Francisco Javier Sáenz de Oiza y Luis Laorga) o El conjunto residencial de Los Manantiales en Torremolinos (Luis Alfonso Pagán López de Munaín), son algunos ejemplos de este estilo desnudo y grandioso.
Templos brutalistas
Entrar en una iglesia brutalista es toda un experiencia. Los espacios desnudos, el cemento visto y el juego de volúmenes que a veces oculta el techo y deja pasar la luz, evocando un acceso diáfano al cielo, se repite en muchos templos como la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas (Cecilio Sánchez-Robles Tarín) en la calle Conde de Peñalver de Madrid, o la espectacular Iglesia de San Anselmo Meguro en Tokio (Antonin Raymond).

El altar de la Parroquia de Santa Ana (Miguel Fisac) tiene un lucernario que proyecta la luz iluminando un altar formado por tres arcos que parecen horadados a cuchara en el hormigon. Está en la calle Cañada del barrio madrileño de Moratalaz.
Otro punto de vista y tres pistas
Siempre hay quien ve las cosas desde otro prisma y lo cuenta con un tono personal y desenfadado. En Jot Down recopilaron las treinta y tres iglesias más espeluznantes de Madrid en este artículo.
Si no puedes dejar de mirar estos edificios, ahora puedes tirar del hilo y descubrir muchos más edificios brutalistas en estas tres cuentas de Instagram
No he vuelto a oler nada como el aroma del interior de las antiguas tiendas de ultramarinos. En mi barrio había una de la que recuerdo ese olor a muchas cosas juntas, una caja redonda de sardinas en sal y la amalgama de productos en sus estantes, una mezcla que sorprendentemente se fundía en un color ocre que uniformaba el local.
Ya casi no hay tiendas como las de antes, pero quedan aún algunos ultramarinos –¿puede ser más bello este nombre?– como de los que escribe Inés Butrón en El País Gastro.
Los últimos ultramarinos | Por Inés Butrón para El País Gastro
Hace años que siento mucha rabia cuando veo cómo se infantiliza a las personas mayores llamándoles “abuelos o abuelas”. ¿Abuelas de quién? Abuelo es quien tiene nietos y, si yo no soy su nieta, no debería llamar así a nadie. Por eso me ha gustado leer esta bonita historia de Paulo García Conde en la que la protagonista es una mujer. Una mujer mayor. Una mujer de 92 años.
Solo son noventa y dos | Por Paulo García Conde en Ya es viernes
¿Sabías que no hace tanto tiempo hubo una playa prácticamente a los pies de Las Torres Gemelas? ¿Y un campo de trigo? Manhattan no ha sido siempre como la conocemos. Disfruta de dos lecturas que nos muestran la zona de Battery Park en un viaje a los años 70 y 80 del siglo pasado.
Una playa en Manhattan | David Piñeiro en Una breve historia
¿Por qué Agnes Denes cultivó..? | Charlie Combs en Thred
Fuente | @Pedro_torrijos



Desayuno de la semana: Bizcocho esponjoso de chocolate
Lunes
Mediodía: Arroz blanco frito | Huevos en cocotte | Higos
Cena: Costillas chinas char siu
Martes
Mediodía: Patatas con guisantes | Salmón en papillote | Sandía
Cena: Cazuela de salchichas con patatas
Miércoles
Mediodía: Crema de calabaza asada y naranja | Pollo con orejones y ciruelas | Melocotones
Cena: Quiche de verduras
Jueves
Mediodía: Berenjenas en escabeche | Solomillo de cerdo mechado con puré de manzana al romero | Melón
Cena: Sopa minestrone
Viernes
Mediodía: Sopa de cocido | Cocido completo | Plátano
Cena: Tortilla de chorizo
Sábado
Mediodía: Mejillones en escabeche | Rape a la plancha con pimientos verdes fritos | Peras confitadas al vinagre de manzana
Cena: Quiche de higos y queso feta
Domingo
Mediodía: Menestra de verduras | Boeuf bourguignon | Flan de huevo
Cena: Picoteo dominguero
Que viene, al parecer, de los materiales “en bruto” sin revestir.