Shrimp and Grits
Un plato típico de la cocina sureña estadounidense cocinado con polenta y adaptado a la cocción lenta, con el que te chuparás los dedos literamente.
Puedes escuchar el texto completo en este enlace al podcast.
Shrimp and grits. Quién me mandaría publicar una receta que no sé pronunciar. Si lo traduces, te quedan unos camarones y sémola de campeonato, perfectamente pronunciables para una española que no estudió inglés cuando tuvo la oportunidad.
La primera vez que probé este plato fue en Harlem, en Manhattan, en el restaurante Red Rooster. De allí salí prendada del cornbread y de los shrimp and grits, que me han acompañado estos años como un demonio que te pide a la oreja que los hagas, pero que los hagas de una vez.
Tardé, pero lo hice. Creo que me empujó haberlos probado en unas jornadas gastronómicas hace unos meses, con un resultado más que regulero. La sémola estaba muy mal cocinada y no fue muy agradable la cosa.
Hace tiempo que no me complico la vida buscando ingredientes imposibles. Por mí, pero sobre todo por vosotros. Si a mí me cuesta encontrar algo, prefiero tirar por la calle de en medio y buscar un buen sustituto al alcance de todos.
Por qué en slow cooker
En este caso, quería hacer el plato con sémola de maíz que no estuviera precocida, pero no me quedó más remedio que hacerla con polenta rápida. Me preguntaba si merecería la pena cocinar la polenta durante 3 horas o más si en un cazo se puede hacer en pocos minutos. Nada mejor que probar para poder decidir.
Y cuando la sémola espesó y metí una cucharilla, me respondí que sí, que desde luego que merecía la pena. La textura era sedosa, me había evitado los borboteos y salpicones, puede hacerlo mientras me dedicaba a otras cosas y no se me quemó o pasó de rosca.
Tiempo orientativo
El tiempo, más que nunca, es orientativo. Depende de la marca de polenta que utilices y, sobre todo, de si es precocida o no. Ten paciencia, deja que se vaya cocinando y revisa cuando empiece a espesar, aproximadamente a las 2 horas y media. Es importante remover de vez en cuando cuando ya esté espesando para que no quede polenta pegada a las paredes del recipiente.
La cosa del líquido
Es posible que tengas que ajustar la cantidad de líquido al final, sobre todo si dejas que la polenta se siga cocinando después de alcanzar su punto. Para mi gusto, está más rica con una textura de papilla, algo ligero que se pueda coger con una cuchara, que tenga cuerpo y que mezcle bien con la salsa del salteado.
Sacamos la sartén a pasear
Esta receta tiene dos fases: una en crock pot y otra en sartén. Es una receta que exige un poco de trabajo, pero que devuelve mucho gusto cuando presentas los platos.
Es importante seguir el orden de salteado y de reserva, y dejar la mitad del tomate en la sartén en el paso 10 es fundamental para conseguir una salsa rica y con cuerpo.
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Preparación: 20 minutos
Cocción: 3 horas
Función: ALTA
Raciones: 4
Para las gachas de polenta
150 g de polenta
800 ml de agua
50 g de mantequilla
150 ml de leche
50 g de queso rallado o triturado (pecorino, manchego, etc…)
Comino en polvo
Pimenta blanca
Sal
Para el salteado
16 langostinos o gambones
100 g de bacon o panceta curada
2 o 3 ajetes
1 pimiento verde
4 tomates bola rojos
Aceite de oliva virgen extra
Pimienta negra
Sal
La gachas de sémola
Pon en el slow cooker la polenta, el agua, el comino y sal a tu gusto.
Cocina durante 3 horas en ALTA o hasta que las gachas estén cocinadas por completo. Deben estar cremosas, con una textura de papilla y no tener grumos. Remueve un par de veces, sobre todo cuando veas que empiezan a espesar.
Añade la mantequilla y el queso, y mezcla.
Incorpora la leche poco a poco y remueve hasta mezclar por completo.
Añade más líquido, poco a poco si fuera necesario para ajustar la textura si ves que quedan muy densas.
Prueba y rectifica el punto de sal y pimienta.
Sirve de inmediato o tenlas en la función “Mantener caliente” hasta la hora de servirlas (no más de 1 hora).
Para el salteado
Quita las cabezas y las carcasas de los langostinos. Resérvalas.
Haz un corte en la parte interna del langostino a lo largo y elimina el intestino. Reserva los langostinos en el frigorífico.
Pon las carcasas y las cabezas de los langostinos en un cazo con agua y hierve durante unos 10 minutos. Cuela el caldo, resérvalo y elimina las carcasas.
Pela los tomates y córtalos en dados de 1 cm de lado.
Trocea el bacon en tiras.
Corta el pimiento en trozos finos y los ajetes en rodajas, incluyendo gran parte de la zona verde.
Calienta una sartén con 1 cucharada de aceite de oliva. Cocina el bacon hasta que esté un poco dorado y resérvalo en un plato aparte.
Saltea el pimiento y los ajetes en la misma sartén a fuego vivo aprovechando la grasa que ha quedado.
Retira y reserva la verdura salteada. Añade un poco más de aceite si es necesario y saltea el tomate a fuego vivo durante 2 minutos.
Reserva la mitad del tomate junto al pimiento y los ajetes.
Vierte el caldo de los langostinos en la sartén con la otra mitad del tomate y deja que reduzca a fuego fuerte hasta que quede una salsa ligera con los trozos del tomate cocinados.
Retira la salsa a un recipiente y limpia la sartén con papel de cocina.
Pon una cucharada de aceite en la sartén. Añade sal a los langostinos y saltéalos a fuego vivo durante un minuto.
Incorpora a la sartén la mezcla de hortalizas reservada y la salsa, saltea y añade algo de agua si es necesario para que quede una salsa ligera.
Añade sal y pimienta a tu gusto. Debe quedar un salteado con una parte líquida para que se funda con la polenta al comerla.
Sirve la polenta en cada plato y reparte el salteado con la salsa encima
Puedes hacer los pasos del 1 al 11 del salteado con antelación y terminar con los siguientes pasos justo antes de servir, así los langostinos estarán tiernos y frescos.