Salsa romesco
Densa y sabrosa. Así es la salsa romesco, una picada originaria de Tarragona que inevitablemente asociamos con los calçots. Aunque estas cebollas tiernas asadas parecen ser las mejores amigas del romesco, en realidad esta salsa se usa y va genial con carnes, pescados y hortalizas a la brasa, y es parte de la ensalada xató, con escarola, bacalao y anchoas. Aunque en este caso la salsa que acompaña a la ensalada se llama también xató, tiene los mismo ingredientes, elaboración y suculencia. Hablaremos sobre estas diferencias más adelante.
La primera parte de la elaboración es el asado de los tomates, pimientos choriceros y ajos en el slow cooker. En este mismo paso se hidratan los pimientos secos, evitando tener que ponerlos en remojo. El calor y la humedad de los jugos de los tomates hacen todo el trabajo. Al final, solo habrá que retirar la pulpa con una cucharilla, que saldrá fácilmente, y eliminar su piel.
La segunda parte es trabajo de triturado, utilizando un robot triturador o el brazo de la batidora de mano. Los frutos secos le aportan consistencia, y el pimiento choricero, también conocido en catalán como pebrot de romesco, aporta el sabor característico de los pimientos secos que le da personalidad y la hace inconfundible.
Romesco, xató y salvitxada
Aunque la romesco se suele usar para acompañar los calçots, para ser purista hay que decir que la salvitxada es la salsa específica para este plato. Ambas son similares, diferenciándose únicamente en la utilización de pimientos choriceros –en la romesco– o ñoras –en la salvitxada–. Para saber más sobre el contubernio entre salsa de xató, romesco y salvitxada, puedes leer este artículo de Mikel Iturriaga en El Comidista. Las tres las podrás hacer en tu slow cooker, que no cunda el pánico.
Preparación: 20 minutos
Cocción: 4 horas
Función: ALTA
Raciones: 500 ml
Robot de cocina o triturador
3 pimientos choriceros (o ñoras)
6 tomates pera (o de bola rojos y maduros)
1 cabeza de ajos
1 rebanada de pan
25 g de almendras tostadas
25 g de avellanas tostadas
Aceite de oliva virgen extra
1 cucharada de vinagre
Pimienta negra
Sal
Abre los pimientos choriceros y elimina las semillas y el pedúnculo. Recupera toda la piel, también la que se haya podido romper, y ponla en el fondo del slow cooker. Los choriceros se hidratarán durante la cocción.
Lava los tomates, sécalos e introdúcelos enteros en el slow cooker.
Pon la cabeza de ajos entera sobre los tomates.
Cocina durante 4 horas en ALTA o hasta que los tomates estén asados.
Deja templar dentro del slow cooker. Elimina la piel y el pedúnculo de los tomates antes de que se enfríen.
Saca la carne de los pimientos choriceros y elimina la piel.
Separa los ajos y presiona para sacar la pulpa asada.
Fríe el pan en una sartén con aceite de oliva hasta que se dore por los dos lados.
Tritura los frutos secos en un robot de cocina hasta que queden como arena. Incorpora el pan troceado y vuelve a triturar. Añade los tomates, la pulpa de ajo asada y la carne de pimiento choricero. Tritura de nuevo hasta obtener una salsa cremosa de color ligeramente anaranjado.
Incorpora 1 cucharada de aceite de oliva, 1 cucharada de vinagre, sal y pimienta al gusto. Mezcla, prueba y rectifica el punto de sal.
Utiliza tomates de temporada que estén muy maduros y que tengan sabor a tomate. Cuanto mejor sea su calidad, más te chuparás los dedos con esta salsa romesco.
Haz la salsa cuando vayas a usarla, durará un máximo de cinco días conservada en un tarro con tapa en el frigorífico. Si ves que te va a sobrar, puedes congelarla en el mismo tarro. Para regenerarla, solo debes dejar que se descongele lentamente en el frigorífico y mezclarla enérgicamente con una cucharilla para que quede homogénea de nuevo.