Menú semanal Plus | Primera semana de octubre de 2023
Una cocina despejada con detalles verde oliva. ¿Cómo se hacía la mantequilla en los pueblos? Bajamos a nivel del mar, tapamos fachadas con macramé y hablamos de las delicadas limpiezas forenses.
Una semana más, el menú semanal llega para ayudarte a organizar las comidas y cenas de la semana que viene. En tu mano está adaptarlo a tus gustos y necesidades, seguirlo en parte o al pie de la letra. Haz tu lista de la compra y que el lunes te pille en perfecto estado de revista. ¡Que tengas una buena semana!

Verde oliva y blanco roto. O hueso. O tono mochi, como comenta Jessica que se llama el color que escogió para su cocina. Todo un arcoíris de blancos para elegir, algunos ligeramente dulces.
El color de contraste, ese verde tan sedante y elegante, aparece en pequeñas pinceladas y un gran foco de interés: el frontal sobre el fogón está cuajadito de baldosas de tonos irregulares –una joyita planteada con muy buen gusto– y detalles como jarrones, platos decorados, libros y hasta el paño de cocina. Toma sutileza.

No hay muebles superiores a excepción de un vajillero, y las paredes se solucionan con lamas de madera que no llegan al techo y sujetan un estante en esquina más decorativo que práctico: aunque tiene pomos para colgar utensilios, estos, y todo lo que se expone, es meramente ornamental.
En la esquina, una lámpara de mesa, de las que soy muy partidaria en la cocina. Aunque sean un poco bicho raro, dan una luz íntima, iluminan donde quizá no se puede poner una luz bajo mueble, y aportan calidez y sensación de hogar.


En el centro hay una mesa de madera con dos bancos, un conjunto que ahorra espacio, del visual y del otro, ya que evita tener seis sillas con sus respectivos respaldos. Lo que ocupa un respaldo no está en los escritos. Aquí se sacrifica la comodidad de plantar la espalda en una plancha de madera por un ambiente más depurado y práctico.

Sobre la mesa, dos lámparas de aspecto industrial delimitan el espacio además de decorar e iluminar. La cocina rompe con el blanco –o el mochi– con un armario de madera vista –que tiene una bonita veta– en el que se guardan ingredientes primorosamente envasados, vajilla y otros enseres.
¿Me sentaría en esta cocina a escribir mis memorias mientras sorbo una taza de chocolate caliente y miro de reojo la vida consciente? No te digo yo que no.
Más de la casa de Jessica en @mrsjessdaines en Instagram

Hubo un tiempo en que no sabía cómo rayos se hacía la mantequilla, hasta que una presentadora de Thermomix puso nata para montar en el vaso del aparato, le dio mecha y al cabo de un rato apareció un bola de grasa sobre un lecho de suero. “¡Milagro!”, decía mi cara. “¡Negocio!”, decía la suya. Pero esa es otra historia.
Desde entonces puede que haya hecho mantequilla en casa un par de veces –muchas más la he hecho sin querer–, que tampoco soy Michaela in the Woods, pero el proceso sigue despertando mi curiosidad y allá donde hay una mantequilla con pintaza, allá me tienes blandiendo un cuchillo de untar.
Montar nata para hacer mantequilla es fácil si tienes una batidora y nata líquida bien fría. Pero, ¿cómo se batía hace años, cuando ni siquiera llegaba la electricidad a muchas casas de labor?
Era una tarea lenta y llena de paciencia desde el ordeño hasta el batido, y su delicioso resultado solo lo disfrutaban médicos, maestros y la Guardia civil, según cuenta Anita mientras prepara la nata para su batido en este vídeo de Eugenio Moniesma. Muy curioso y con gran valor cultural.
El batido manual se hacía golpeando un recipiente de barro lleno de nata sobre las piernas hasta que se separaba la masa grasa del suero. Por turnos, que la labor era dura. Y estas mujeres sabían cuándo estaba lista sin mirar dentro, solo con el oído.
Hace unos años, vi un tarro de vidrio muy cuqui con cierre hermético y unas piedras en su interior en una tienda de menaje francesa que me llamó la atención. Era para hacer mantequilla: había que poner la nata dentro y agitarlo hasta que el bamboleo de las piedras hiciera su magia. Tentada estuve de pasar por caja, pero tuve un momento de sensatez y lo dejé allí. Seguro que cayó en mejores manos.
¿Por qué se convierte la nata en mantequilla después de un buen meneo? Los glóbulos grasos de la nata –que estará fría para favorecer el proceso– se rompen durante el batido. La grasa que se libera se vuelve hidrófoba, que ve una gota de líquido y le da un parraque, repeliendo el suero y concentrándose en una masa llena de glóbulos grasos (mazada) que nada en un charco de suero de leche.
En este punto hay que lavar la mantequilla para eliminar el suero que pueda quedar en su interior, manipulándola en un baño de agua y haciendo varios cambios de agua hasta que esta aparezca trasparente, sin rastro de suero.
A veces se hace nata sin querer, como yo. Sucede cuando te engorilas montando nata en la batidora a gran velocidad sin parar de batir. El punto es delicado y pasa en un segundo de una nata montada a mantequilla y suero. Si te pasa esto, puedes aprovecharla siempre que no lleve azúcar: la lavas varias veces en un recipiente con agua y la guardas en la nevera, que tus dineros te ha costado.
Más vídeos en el canal de Eugenio Monesma en Youtube
¿Sabías que el nivel del mar se mide según la referencia del primer peldaño de las escaleras interiores del Ayuntamiento de Alicante? Es donde se fijó la cota cero con nivel de precisión 1 en el año 1874. Te cuentan cómo se hizo y porqué en Alicante –que tiene todo el sentido– en Magnet.
Todas las altitudes de España se miden… | Albert Sanchis para Magnet
No sé cuántas veces se ha puesto de moda el macramé desde que en los años 60 y 70 se popularizó esta técnica antigua que lo mismo te solucionaba un macetero, que un bolso, que te llenaba la pared del salón con un tapiz de colores.
Agnes Hansella es una artista textil que trabaja el macramé en grandes formatos. ¿Imaginas tener una cortina tejida con macramé de más de 11 metros de ancho por 7 metros y medio de alto?
Conoce todo el trabajo de Agnes Hansella en su página web
¿Quién se encarga de limpiar en una casa en la que ha habido una muerte violenta, desatendida o un síndrome de Diógenes avanzado? Es un sector en el que la familia González encontró un vacío hace unos años un poco por casualidad, lo que les hizo dedicarse a las limpiezas forenses. Limpiar, borrar rastros de una historia escabrosa, desinfectar y habilitar la casa de nuevo para la vida.
Limpiezas traumáticas, que así se llama su empresa, es también el título del libro que ha escrito Beatriz González tras pasar varios meses documentándose sobre el tema y siguiendo de cerca el trabajo de esta empresa familiar.
Limpiezas traumáticas | Libro
Limpiezas traumáticas González | Web



Desayuno de la semana: bizcocho de claras
Lunes
Mediodía: Macarrones con chorizo | Pechugas de pollo rellenas de lacón | Higos
Cena: Ensalada de patata a lo pobre
Martes
Mediodía: Champiñones a la crema | Bacalao en salsa de pisto | Sandía
Cena: Butifarra al vino blanco
Miércoles
Mediodía: Dahl de lentejas | Gallina en pepitoria | Melocotones
Cena: Puerros confitados con perejil
Jueves
Mediodía: Verduras asadas | Filete empanado con patatas gajo | Melón
Cena: Huevos fritos con patatas panadera
Viernes
Mediodía: Ensalada mixta | Pote asturiano | Plátano
Cena: Ratatouille
Sábado
Mediodía: Mejillones en escabeche y ensalada verde | Sardinas en tapenade y patatas fritas | Tarta selva negra
Cena:
Domingo
Mediodía: Sopa de pescado | Tajine de cordero | Bread & butter de frutos rojos
Cena: Picoteo dominguero