Menú semanal Plus | Primera semana de julio 2024
Una cocina que respira limón. La obra interminable que está a un paso de terminar. El lío de Belorado explicado de pe a pa, puzles que no son lo que parecen y el vino más antiguo del mundo.
Una semana más, el menú semanal llega para ayudarte a organizar las comidas y cenas de la semana que viene. En tu mano está adaptarlo a tus gustos y necesidades, seguirlo en parte o al pie de la letra. Haz tu lista de la compra y que el lunes te pille en perfecto estado de revista. ¡Que tengas una buena semana!
Encontrarás las recetas del menú semanal organizadas en la última sección de esta newsletter. Es posible que, dependiendo de su extensión, al abrirla desde el correo, la newsletter se vea cortada. Puedes expandirla haciendo click en el título, desde “Ver todo el mensaje” que aparecerá al pie, o desde los enlaces “Ver en navegador” o “Leer en la app” que encontrarás en la parte superior del correo.

La cocina de Pauliina Pitkänen tiene doce años. Como sospechaba, se proyectó antes de que Instagram hiciera de las suyas instaurando topicazos de cómo debe ser la cocina de nuestros sueños.
Ya sabes: lo de las alfombras persas junto a la placa, los cuadros al óleo sobre el fregadero y las lámparas de cristal vigilando el cocido de los domingos.

En esta cocina se guisa optimismo desde las paredes, coloreadas en verde y amarillo gracias a un papel pintado del que brotan decenas de limones. Supongo que será un papel vinílico, porque está como nuevo y resiste la vida diaria de una espacio en el que se hierve agua de cuando en cuando.
El efecto es bonito, relajante y vitaminado. Que entras ahí y te dan ganas de cantar por la Jurado, de bailar como se bailaba en los 80, de tomarte una limonada en buena compañía.

La zona de trabajo está protegida por azulejos blancos hasta media altura. del mismo blanco que los muebles bajos, sospechosamente parecidos a un modelo de esa marca sueca de la que usted me habla.
En la parte de arriba, una estantería de madera guarda una buena colección de tarros y recipientes, escoltada por unos apliques originales en latón dorado. A un lado hay un mueble de cocina colgante de los años 70 en blanco y amarillo que es objeto de deseo de coleccionistas.

Hace tiempo que las jarapas han desaparecido de la primera fila de las tiendas de decoración. Servidora fue jarapista durante años. Fui encadenando un jarapa con otra para proteger el suelo de la zona de trabajo de la cocina de resbalones.
Me gusta el juego que propone Pauliina con dos jarapas multicolores dispuestas en paralelo. Son larguísimas y funcionan como un hilo conductor desde la zona de comer hasta el final de la cocina. Donde empieza la sala de estar, se termina la jarapa, y todo es un poco más serio en los suelos en esa zona.

Las plantas y las flores naturales ayudan a dar continuidad al paraíso vegetal limonero de las paredes en un juego de tres dimensiones con vocación de vergel.
Colgadas del techo están dos lámparas similares en distintos tamaños y colores, que son la pincelada necesaria para rematar esta naturaleza muerta que está requeteviva.
Toda la casa de Pauliina en Instagram
Esta semana me apetece hablar de lo que me lleva ocupando durante los últimos ocho meses y que estoy deseando que sea un recuerdo. A punto estamos, pero qué cansancio todo.
Hace un año y medio compramos una casa en el campo y, sin comerlo ni beberlo, nos vimos viviendo en ella de continuo. Cantabria nos ha acogido como a dos polluelos desplumados que calientas en tu regazo hasta que estás segura de que están bien y pueden volar solos.
En el pueblo nos cuidan, nos dan consejo, nos regalan leña, huevos y lechugas, nos prestan máquinas, nos enseñan a manejar una casa con prado –con prao, para ser más exactos– y están encantados de que vivamos en una casa que para todos ellos ha sido muy especial.
Cuando la compramos, vimos que, aunque se podía vivir, era necesaria una obra. Yo nunca me había metido en algo así. Pensamos que duraría tres meses y han sido ocho. Aún quedan un par de colas que acabar, pero tocamos con los dedos el momento de terminar.
La casa está manga por hombro. Nada está en su sitio. Para poder ordenar la sala hay que montar dos estanterías. Y para montarlas, hay que mover un enchufe y el fontanero tiene que colocar un radiador. Siempre va con prisa y deja justo ese sin montar.
Pero antes que esas dos estanterías, hay que terminar la despensa de la cocina para poder desalojar otra estantería que irá a la cuadra, poder pintar el suelo y colocar el frigorífico definitivo. Es como un cubo de Rubik en el que una fila depende de otra y un detalle lo cambia todo.
Hay muchas tareas que nos hemos guardado para nosotros. Hemos acuchillado el suelo –ha quedado regulero, pero es nuestro suelo y lo queremos con sus defectos– y lo hemos aceitado con aceite de linaza y aguarrás. Hemos cubierto un baño con microcemento y cada día de los que me pasé dándole a la llana me arrepentí de haberme metido en esa movida.
Está claro que hay cosas que quedan mejor en Instagram que en la vida, y las paredes de microcemento en kit son una de esas cosas. A cada capa que daba, la cosa empeoraba más y más. Al final, después de semanas de calvario, tuve que tomar decisiones y liarme a dar un acabado rústico para que no se notaran las juntas de las baldosas. También pinté una de las paredes por imperativo estético.
Al final, ha quedado hasta bonito –gracias, espejo de Zara Home–, pero cada noche se me aparece Roberto, el albañil más flipante que he conocido nunca y me dice: “Marta, si eso te lo alicataba yo en dos días”.
Por si no tuviera poco con esto, también me lié a rejuntar la piedra de un aseo que estaba hecho un cisco. Me traje cemento blanco desde Francia pensando que venía ya preparado, pero no. Al final, tuve que hacer muchas pruebas con arena para que quedara como yo quería. Otra vez Instagram estaba allí para sembrar la confusión. Ha quedado como quería: rústico y sencillo, y además luce orgulloso el espejo de la habitación de mis padres.
Mientras escribo esto tengo un sofá enorme que montar, una habitación que aceitar –cosa extraña el mundo de los suelos aceitados–, varias estanterías que montar, pintar y vinilar, muchas vigas de madera que limpiar y un niño de tres años que pasa el verano con nosotros en medio de este caos.
Cuando empezó la obra pasamos un mes sin cocina. Comiendo de menú, paseando el desayuno y la cena en una bandeja desde la cocina vacía e inundada hasta el caos de la sala. Por suerte tenía muchas recetas preparadas y pude salvar la situación. Este ultimo mes está siendo imposible cocinar y fotografiar. No veo el momento de no tener que coger una herramienta y poder poner la mente en blanco. Con pasar una semana sin tomar decisiones me doy con un canto en los dientes.
De esta obra he aprendido:
A adaptarme y cambiar de planes sobre la marcha, me he convertido en una maga de los planes B. La McGyver de la estrategia.
A ser negligente con las decisiones mal tomadas. Alguna será nefasta, pero reconocer que puedo equivocarme y no pasa nada, que no todo tiene que ser perfecto, me ha dado la vida y me ha permitido vivir en una casa en obras sin caer en la ansiedad.
Hay que calibrar muy bien las posibilidades personales a la hora de reservarse tareas. En mi caso, los años se notan. Cumplo sesenta en seis meses y ya no puedo pasarme diez horas metida en harina. Me canso. Adiós bricolaje heavy, adiós armarios empotrados hechos en casa. Quizá ahora sea tiempo de retomar el ganchillo.
Hay que comprender la estructura de la empresa de construcción con la que trabajas. En mi caso, todo fue más ágil cuando detecté la persona de mando intermedio que coordinaba los gremios.
No puedes espera a que te llamen. Deja siempre un aviso, un mensaje, algo. Las constructoras están a mil cosas y si no insistes te pasan a la cola de la cola de la cola.
Anotar es ganar salud. Que todo lo que te pase por la cabeza en el proyecto quede escrito. A mí me salvó la vida la aplicación de notas.
El lío de las Clarisas de Belorado explicado en una detallada guía por mi amiga Patricia Tablado, que del tema sabe lo suyo y lo cuenta de manera clara y directa para que se entienda de cabo a rabo.
Cómo cuándo y dónde: qué está pasando... | Por Patricia Tablado en Menéame
¿Te imaginas que montas un puzle y el resultado es diferente al que muestra la caja? Antes de indignarse o reclamar al maestro armero, un momento para conocer la locura maravillosa de los puzles misteriosos o puzles Time Warp. Lo mismo te enganchan y ya no puedes salir de ellos.
Como el día y la noche: puzles donde lo que... | Por @alvy en Microsiervos
Hace años, en una vista a una bodega de Rioja Alavesa, nos dieron a probar un vino muy antiguo. No recuerdo de que año era porque soy cero mitómana, además de un desastre de desmemoria, pero juraría que estaba en la década de los años 40. El vino más extraño que he probado nunca: en pequeñísima cantidad, tan solo unos sorbitos en la copa, que iba cambiando de sabor por segundos.
En Sevilla han descubierto el vino más antiguo del mundo dentro de una urna funeraria. Un descubrimiento sorprendente cuya confirmación –es vino blanco– se ha podido hacer gracias a su análisis químico.
Descubren en Sevilla el vino más antiguo del mundo... | Por Antonio Martínez Ron para El Diario.es



Desayuno de la semana: plum cake
Lunes
Mediodía: Ensalada de patata hinojo y hierbas | Carcamusas | Melón
Cena: Champiñones a la crema
Martes
Mediodía: Crema fría de nabos | Gallina en pepitoria | Melocotones
Cena: Clam chowder
Miércoles
Mediodía: Arroz blanco con salsa de tomate y huevo frito | Lenguado meunière | Sandía
Cena: Verduras asadas
Jueves
Mediodía: Curry de batata | Pechugas de pollo con verduras en escabeche | Cerezas
Cena: Huevos fritos con jamón
Viernes
Mediodía: Chili sin carne | Carrilleras al oporto | Albaricoques
Cena: Alitas de pollo a la barbacoa
Sábado
Mediodía: Escalivada | Cebollas rellenas de bonito | Tarta de zanahoria
Cena: Panceta crujiente y tierna
Domingo
Mediodía: Caponata | Solomillo de cerdo asado | Arroz con leche mango y lima
Cena: Picoteo dominguero