Menú semanal Plus | Cuarta semana de noviembre 2024
Una cocina hogareña y alfombrada. Una chaqueta que encandiló a una generación. Una recomendación de cine, un podcast que hay que escuchar y decenas de colchas.
Una semana más, el menú semanal llega para ayudarte a organizar las comidas y cenas de la semana que viene. En tu mano está adaptarlo a tus gustos y necesidades, seguirlo en parte o al pie de la letra. Haz tu lista de la compra y que el lunes te pille en perfecto estado de revista. ¡Que tengas una buena semana!
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La cocina de Lina Ingvarsson es el festival de la jarapa. Creo que nunca había visto tantas alfombras de colores juntas en una casa. Ignoro cuál es la intención: si añadir un alegre toque multicolor a la estancia, proteger el suelo de madera o evitar los resbalones que las gotas de agua en el suelo puedan provocar. Seguro que consigue los tres objetivos, aunque a mí, siempre partidaria de una alfombra lavable en la cocina, se me antojan demasiadas.
Esta es una cocina hogareña y acogedora a la que no le falta un perejil. De luz natural va sobrada, con dos ventanales con vistas a la naturaleza que dejan entrar luminosidad a chorros.

Es un espacio abierto al comedor, separado visualmente tan solo por un arco de vigas de madera, un pequeño escalón y dos suelos diferentes: una madera oscura muy pulida, que bien podría ser un laminado, y una tarima de madera de pino que aparenta estar aceitada.
La cocina tiene dos partes: un gran frente con muebles de cocina de madera pintados en color crema, en el que encontramos dos hornos, el fregadero y un bonito estante antiguo, y un fogón en una esquina cobijado por una enorme campana de obra con cocina de leña y placa vitrocerámica.

Las paredes laterales estén vestidas con un papel pintado en tonos azules, que armoniza con la cenefa que hay sobre la ventana y con una de las sillas, pintada en un tono azul pastel.
Las sillas y el taburete dan un contraste de color muy adecuado. El rojo y el verde esmeralda vivo alegran un espacio que, sin ellos, podría quedar bonito pero sosaina.

Las lámparas de techo con pantalla de cristal dan un toque cálido y campestre. Cuelgan de un techo panelado en madera y pintado en color crudo que termina en una enorme, bonita y bien cuidada viga de madera en la que se cuelgan y exponen distintos artilugios como abanicos, cestas, bandejas o ramos de flores secas.
La zona de comedor parece sacada de las páginas de revistas como Country Living o Vintage Cottage. La mesa es una tocinera con las patas y la alas pintadas en color verde, dejando que luzca desconchones que refuerzan ese aspecto rústico y de viejo.

La cosa de sentarse se soluciona de la misma forma que en la mesa de la cocina: con sillas desparejadas y un bonito banco de madera con respaldo y asiento tapizado.
La búsqueda de lámparas antiguas y originales ha dado sus frutos también en el comedor, con un ejemplar colgante de dos brazos lleno de encanto. El estante vajillero que hay junto a la ventana está hecho, además de para albergar y exponer platos y bandejas de cerámica, para alimentar la más sana de mis envidias.
Todo sobre la casa de Lina en Instagram
También en Youtube
En la segunda mitad de los años setenta del siglo pasado, cuando no existían las plataformas y tan solo había dos cadenas de televisión que echarse al ojo, hubo una serie que nos tuvo pendientes de las andanzas de dos detectives montados en un estilizado Ford Gran Torino rojo con una raya blanca.
Si eres de mi generación, ya sabes de qué estoy hablando: Starsky & Hutch, una serie de acción policiaca protagonizada por dos mocetones en la flor de la vida.
Sus personajes principales, los policías David Starsky y Kenneth Hutchinson, estaban encarnados por Paul Michael Glaser y David Soul. Uno moreno y el otro rubio, como Zipi y Zape.
Hutch vestía de forma cuidada, con elegantes chaquetas de cuero o parkas, mientras que Starsky solía abrigarse con una chaqueta blanca de punto extragrueso, cruzada por una cenefa de motivos geométricos. Ahí es donde quería llegar.
La chaqueta causó furor en la época. Toda la gente joven quería tener una. En España, como desconocíamos su nombre o su origen, la llamábamos, cómo no, la Starsky.
Tener una Starsky era pertenecer a un status especial. Tenías pasta para comprar una chaqueta cara, aunque te privaras de comprar cualquier otra prenda en todo el año. El caso era pasearse con ella bien abrigada y que te vieran. Yo nunca conseguí tener una.
En 1962, Marilyn Monroe hizo una sesión fotográfica en Santa Mónica en la que, en algunas de las imágenes, se le ve vistiendo una chaqueta Cowichan.
Pero la chaqueta tenía un nombre: Cowichan. Su origen está en el valle de Cowichan, Canadá, al sur de la isla de Vancouver. Jeremina Colvin, originaria de las Islas Shetland, en Escocia, y experta tejedora, se instaló en Cowichan Bay en el año 1850, desarrollando una buena relación con los habitantes Salish de la zona.
Escogió una granja para vivir y crió ovejas de largo pelaje con la idea de poder procesar su lana. Con el tiempo, tras tejer y tejer para su familia, enseñó a las mujeres indias a tejer gruesos jerséis y chaquetas con los patrones Fair Isle, un estilo de jaquard complejo y lleno de color, originario de las Islas Shetland.
Con el tiempo, las mujeres aplicaron sus propios patrones autóctonos Thunderbird y Killer Whale, y nació el estilo Cowichan. Las prendas Cowichan están tejidas en lana virgen, y por tanto son extremadamente delicadas.
Recuerdo que en la época de auge starskyano, quienes tenían la suerte de tener una de estas chaquetas, presumían de no lavarlas nunca. Algo que, aunque se dé de tortas con las normas de higiene, tiene su sentido: el temor a perder la lanolia de la lana y el temido encogimiento.
La comunidad Shalish ya tenía experiencia en tejer con pelo de perro y cabra o fibras vegetales, pero la introducción de la lana de oveja y las técnicas europeas les permitieron confeccionar prendas cálidas y resistentes. Las chaquetas Cowichan auténticas se reconocen por el tejido tubular, con el cuerpo hecho en una única pieza con lana de oveja sin teñir.
La chaqueta que lucía Paul Michael Glaser no formaba parte del vestuario de la serie, la compró meses antes y era parte de su armario particular, aunque en la serie lucía dos chaquetas casi iguales pero diferenciadas por el color de los dibujos.
Documentación
Una casa familiar, tres hermanos y una decisión. El fin de semana pasado vi La casa y me encantó. Tiene momentos y pellizcos en los que no es difícil verse reflejado. Emocionante. Está disponible en distintas plataformas bajo suscripción.
La casa | Crítica en Fotogramas
El episodio 63 de Las claves de sol es de escucha necesaria. Nos hablan del proyecto Mamás en Acción, una comunidad de personas que acompañan a niños hospitalizados que no tienen quien les atienda. Además, hay una reflexión sobre la adopción y el acogimiento familiar.
Mamás en acción | Página web
Centenares de colchas –quilts o edredones– reunidas en una web. Si quieres enseñar tu cobertor de patchwork al mundo entero o pasar el rato encontrando inspiración, Quilt Index es el lugar.
Está ampliamente categorizado, de manera que no solo puedes ver los trabajos, sino también las artistas que los han confeccionado con una ficha completa de quién es o era esa persona.
Quilt Index | Página web



Desayuno de la semana: Bizcocho de naranja y tomillo
Lunes
Mediodía: Clam chowder | Gazpachos galianos | Mandarinas
Cena: Verduras asadas
Martes
Mediodía: Patatas con costillas | Caballa en escabeche | Caquis
Cena: Pollo al ajillo
Miércoles
Mediodía: Coliflor asada al curry | Ossobuco | Uvas
Cena: Huevos rotos con patatas
Jueves
Mediodía: Ensaladilla rusa | Callos a la madrileña | Plátano
Cena: Sopa de ajo
Viernes
Mediodía: Penne rigate con bolognesa | Lenguado o gallo a la plancha | Naranja
Cena: Zorongollo extremeño
Sábado
Mediodía: Ensalada verde | Albóndigas con setas y albaricoques | Natillas de chocolate especiadas
Cena: Pastel de dorada y vieiras
Domingo
Mediodía: Sopa de tomate | Sepia en su tinta | Tarta de requesón y naranja
Cena: Picoteo dominguero