Seguro que has visto en alguna frutería emperifollada –las que tienen cosicas exóticas– unas frutas pequeñas, alargadas, achatadas por los polos –pero bastante más que la tierra– y de color naranja.
Yo siempre me preguntaba cómo se comería eso, porque una no ha nacido en la abundancia de kumquats, ni siquiera del hoy vulgar kiwi. Siempre que los veía en sus barquetas, pensaba en si se comerían enteros o pelados, y quién tendría tanta maña y tanto tiempo para andar quitando peladuras a esa miniatura.
Cuando estaba pensando en las recetas de mi segundo libro, Cocina dulce con Slow Cooker, me dije: es hora de saberlo, porque los vas a hacer confitados, Martita. Y ahí me fui de cabeza. Aprendí que se comen enteros y que la piel es más dulce que la pulpa, que es ácida como un capítulo de Little Britain.
¿Para qué podemos usar estos kumquats confitados? Para comerlos tal cual, mezclados con nata, crema inglesa o yogur. O como complemento o rellenos de tartas de frutas. Son exquisitos y muy fáciles de hacer. ¿Te animas a prepararlos?
Preparación: 15 minutos
Cocción: 7 horas
Función: ALTA
Raciones: un tarro de 250 ml
350 g de kumquats
350 g de azúcar
200 ml de agua
Sal
Pon un cazo con agua y una pizca de sal a hervir. Cuando empiece a burbujear, sumerge los kumquats y baja el fuego para que se blanqueen en un hervor muy suave durante 2 minutos.
Escurre los kumquats y refréscalos con agua fría.
Coloca los kumquats en el slow cooker con el azúcar y 200 ml de agua.
Cocina durante 7 horas en ALTA o hasta que se forme un almíbar con textura de caramelo ligero, dejando destapada la olla lenta durante la última hora de cocción.
Deja que se enfríen por completo dentro del slow cooker.
Guarda los kumquats confitados con su almíbar en un tarro de vidrio con cierre hermético y deja que reposen durante dos semanas antes de consumirlos.
Es importante que los kumquats conserven su forma y no estallen o se abran. Por eso hay que tener cuidado de que el proceso de blanqueado inicial se haga en un hervor muy suave.
Aunque algunas piezas pierdan la forma tras el confitado, con el reposo vuelven a recuperar su aspecto y se hincharán de nuevo. Respeta las dos semanas de reposo para que la fruta asiente su sabor y la piel se ablande.
Consérvalos en el frigorífico cubiertos con el almíbar, así te asegurarás que permanecen en buen estado durante varias semanas.