Me costó entrar en el mundo del garbanzo crockpotero: es un terreno delicado en el que solo los más fuertes sobreviven. Bueno, esta es una frase que he cogido de una serie de acción, ejem; en realidad no sobreviven los más fuertes, sino los más nuevos y tiernos, aquellos garbanzos que según llegan del mercado tardan poco tiempo en desfilar hacia la cazuela.
En la comunidad de Crockpotizados estábamos muy preocupados con el asunto, porque mientras a una parte los garbanzos se les resistían, a otros les salían niquelados. Al final, pusimos en común todas las experiencias y de allí salieron algunas conclusiones que se resumen así: los garbanzos deben ser del año; cuanto más blanda sea el agua, menos tardarán en hacerse; se deben preparar con un remojo previo de 12 horas y cocinarlos una media de 10 horas en ALTA.
También terminamos cantando sin pudor algo así como "viva el garbanzo, el vino y la madre que lo parió", pero esa es otra historia. En este recién estrenado no parar garbancil, me puse con el hummus, una delicia que cae tan bien en verano como en invierno y que chez Crockpotting tarda en desaparecer del plato lo que la Estatua de la Libertad en manos de David Copperfield.
Si te dan tirria los botes de legumbres envasadas y quieres hacer hummus en casa desde cero, la crock pot es tu aliada. Ella hace y deshace mientras tú estás a otros líos. Al final de la historia, desenfunda la batidora y dale el toque de gracia. Solo los más fuertes sobreviven, forastero.
Preparación: 30 minutos
Cocción: 10 horas
Función: ALTA
Raciones: 6
200 g de garbanzos
2 dientes de ajo
1 lima
1 cucharada de tahine
1 pizca (lo que queda entre dos dedos) de comino molido
Aceite de oliva virgen extra
Pimienta negra recién molida
Perejil fresco recién picado
Pimentón dulce
Sal
Pon a remojar los garbanzos en agua tibia durante 12 horas.
Escurre y coloca los garbanzos en el slow cooker con una pizca de sal, cúbrelos con agua (3 dedos por encima) y cocina durante 10 horas en ALTA.
Deja que los garbanzos se enfríen por completo. Escurre y reserva una parte del líquido.
Coloca los garbanzos con el tahine, dos cucharadas de aceite de oliva, la pimienta, el comino, los dientes de ajo machacados y un poco de sal en un recipiente alto de batidora. Añade la mitad del zumo de lima y medio vaso (50ml) de caldo de cocción.
Tritura el conjunto añadiendo poco a poco más zumo de lima (ve probando para que esté a tu gusto de acidez). Si la textura queda muy mazacote o te resulta difícil triturarlo, es posible que necesite más líquido. Ve añadiendo caldo de cocción hasta que quede con una textura firme pero fácil de untar.
Prueba y rectifica de sal y pimienta si es necesario.
Sirve frío, regando con un hilo de aceite de oliva virgen extra, pimentón dulce y perejil picado por encima.
Ten cautela con la sal. Recuerda que los garbanzos llevan un poco de sal al empezar la cocción para que no queden rematadamente sosos una vez cocinados; cuando vayas a triturar, añade un poco y prueba al final para que el punto de sazón sea el justo.
Si en tu zona el agua es muy dura, utiliza agua mineral embotellada para cocer los garbanzos.
Sirve el hummus como aperitivo antes de una comida o como parte de un picoteo. Acompáñalo de pan pita o tostadas de pan.
El tahine (tahini, tahin o tahina) es insustituible en esta receta. Es una pasta hecha con semillas de sésamo y puedes encontrarla en tiendas de productos orientales, herbolarios o en la sección de productos internacionales de grandes superficies de alimentación.
El reposo le sienta muy bien para asentar los sabores. Si puedes, hazlo con algo de antelación para que repose en la nevera durante unas horas antes de acabar con él untado en pan.