Garbanzos con calabaza, batata y morcilla
Puro invierno en el plato. Un guiso garbancero contundente y sabroso para sacar a pasear la cuchara y comer con gusto.
Puedes escuchar el texto completo en este enlace al podcast.
Deberíais llamarme “La potajitos”. Cuando pienso en comida confortable, pienso en potaje. Cuando quiero invitar a comer a casa pregunto: “¿Os gustan los potajes?” Si hay un potaje en la mesa me bajan los ritmos, me siento segura y abrazo la cuchara.
Para mí, son lo mejor de la cocina, y por eso el invierno me hace muy feliz con ollas humeantes llenas de legumbre, patatas, berzas, morcilla, chorizo y hortalizas.
Este potaje de garbanzos con calabaza, batata y morcilla es muy fácil de hacer. Solo hay que prestar atención a los tiempos para que la calabaza, la batata y la morcilla se cocinen sin deshacerse.
Los tiempos en escalera
La calabaza y la batata, que a simple vista parecen recias e invencibles, se quedan en nada si se cocinan durante mucho tiempo. Desaparecen y hacen un caldo grueso, pero no es el efecto deseado: queremos tener trozos enteros que mordisquear y disfrutar. Por eso las añadimos cuando los garbanzos están casi a punto, para que tengan sus dos horas de cocción en función ALTA.
La morcilla también es un poco tiquismiquis (o quizá lo sea yo) y puede abrirse y desparramarse si la cocinamos durante mucho tiempo. Es un producto que ya tiene un proceso de cocción previo, por eso lo cocinamos muy poco, lo justo para que se caliente.
Los garbanzos son los niños mimados de las legumbres. Cualquier cosa puede influirles para que se nieguen a terminar de cocinarse: que sean viejos, que el agua sea dura, que Urano se alinee con Saturno… Por eso el tiempo de cocción puede ser de 5 horas o de 10. Hay que observar y cocinar con previsión.
Te dejo las orientaciones para que puedas cumplir con los tiempos, que todo quede tierno y puedas disfrutar de un potaje de diez.
El toquecito final
Hay un paso que para mí es muy importante cuando hago este tipo de platos: el condimento final. Podríamos conformarnos con servir el guiso tal cual, pero tomarnos un momento para probar, añadir más sal si hace falta, poner su pimienta, una punta de comino, probar, rectificar, poner una ralladura por aquí, un chupito de algo por allá, nos proporciona muchos matices de sabor. No te lo saltes e incorpóralo como costumbre. Es la manera de hacer tuya una receta, dar ese toque secreto que sale de tus manos.
El reposo
Este platazo lo comimos con nuestros vecinos tres días después de haberlo cocinado y fotografiado. Nos esperó pacientemente en el frigorífico, y cuando lo regeneré, calentándolo a fuego lento en una cazuela, estaba aún mejor que recién hecho. Reposado gana, así que puedes plantearte cocinarlo con antelación.
Preparación: 15 minutos
Remojo: 10 horas
Cocción: 10 horas
Función: ALTA
Raciones: 4-6
350 g de garbanzos secos
500 g de calabaza pelada
500 g de batata pelada
1 corte de hueso de jamón
1 cebolla fresca
2 dientes de ajo
1 morcilla de arroz
Romero fresco
Tomillo fresco
Pimienta negra
Comino molido
Perejil o cebollino frescos
Sal
Pon los garbanzos a remojo durante 10 horas o toda la noche en un bol con agua a temperatura ambiente. Si quieres asegurar una buena cocción, puedes añadir un poco de bicarbonato, pero no es imprescindible.
Escurre los garbanzos, enjuágalos y ponlos en el slow cooker con el hueso de jamón.
Pica la cebolla en trozos finos.
Da un golpe a los ajos para romperlos, y quítales la piel.
Pon la cebolla y los ajos picados en el slow cooker.
Ata varias ramas de romero y tomillo con hilo de cocina y ponlo con los garbanzos.
Añade sal a tu gusto.
Vierte 1 litro y cuarto de agua (1250 ml) en la olla.
Cocina durante 10 horas en ALTA. El tiempo es orientativo y depende de muchos factores. Puede que la cocción sea más larga o más corta. A partir de las 5 horas, prueba los garbanzos. Al final de la cocción deben estar tiernos.
Cuando los garbanzos empiecen a estar tiernos, incorpora la calabaza y la batata cortadas en trozos muy gruesos al guiso. Deberían cocinarse durante 2 horas en ALTA.
Cuando la calabaza y la batata empiecen a estar tiernas, pon la morcilla entera en el guiso y deja que se cocine durante un mínimo de 30 minutos.
Si ves que necesita más líquido, añade agua poco a poco hasta conseguir la textura deseada.
Prueba y rectifica el punto de sal si es necesario. Añade pimienta negra y comino molido a tu gusto, a poquitos, para poder probar, parar cuando esté rico y no pasarnos de condimentos.
Saca la morcilla a un plato o tabla y córtala en rodajas gruesas de unos 2 o 3 cm. Devuélvelas al guiso.
Espolvorea con perejil o cebollino picado al servir.
Puedes enriquecer el guiso añadiendo alguna verdura de hoja como berzas, repollo, acelgas o espinacas. Recomiendo blanquearlas aparte entre 5 y 10 minutos en agua hirviendo.