Bread & butter de frutos rojos
Un desayuno, merienda o postre suculento en el que el pan es protagonista. Y la crema de leche y huevo... ay la crema de leche y huevo.
Puede que el bread & butter sea una de las elaboraciones dulces que más salvaje me pone. Que es terminar de hacerlo y no puedo parar de darle a la cucharilla. Que alguien me tiene que parar. ¿Dónde está mi coach de control de bread & butter cuando lo necesito?
Nada más hacer la foto de esta receta, sin recoger ni apagar la cámara, cogí un plato, se lo di a mi marido, cogí el otro y empezamos a comerlo como si hubiéramos naufragado junto al trípode. Me encanta comerlo caliente, recién hecho, cuando el pan aún palpita un poco. Qué festín. Fuimos generosos, controlamos la gula, y dejamos un plato para nuestra vecina Marya.
Los frutos rojos tienen esa alegría que da vueltas al paladar. El anís estrellado potencia su sabor y es el responsable de que no haya stop. Es una estupenda combinación. Recuerdo un postre de pudin de pan con anís –Del Mono, probablemente– que hacía mi madre cuando era niña. Es posible que lo hiciera dos o tres veces y lo olvidara, porque no ha sabido darme pistas, pero yo lo tengo en mi memoria y puedo repasar su sabor mentalmente.
Escoger el pan y la fruta
Es una perogrullada, pero el pan que escojas marcará la textura del postre. No lo hagas con pan de barra del malo. Busca algo que tenga un mínimo de calidad. Puede ser un pan blanco de miga y corteza finas, un pan de torrijas, bollitos o molde de brioche.
El bread & butter tiene una intención y un proceso similar a la de las torrijas: aprovechar un buen pan y remojarlo con una mezcla grasa, dulce y deliciosa. Yo utilicé un molde de brioche encargado para la ocasión en Brûlée, la panadería de mi pueblo. Y, dios mío, qué resultado.
El pan no debe estar duro; cuanto más seco, más costará hidratarlo con la mezcla de leche y huevo, y queremos que se empape y ablande. Puede ser del día anterior. Mi brioche no estaba recién hecho. Lo compré un viernes y lo usé un martes, conservado en el frigo dentro de una bolsa de plástico. El punto adecuado es que no esté tiernísimo, porque se desharía, ni como una piedra: firme y con un punto de humedad.
En primavera y verano es fácil encontrar fresas –fresones en realidad– sabrosos. Y arándanos y frambuesas. Se pueden utilizar también moras, grosellas o cerezas. Menudo festival.
Preparación: 10 minutos
Cocción: 2 horas
Función: ALTA
Raciones: 4
Batidora
Papel de horno
300 g de pan de torrijas, de molde o brioche en rebanadas gruesas
200 g de fresas
100 g de arándanos
100 g de frambuesas
4 huevos
200 ml de nata para montar
400 ml de leche
75 g de azúcar
1 pizca de sal
3 anises estrellados
Mantequilla a temperatura ambiente
Bate la leche, la nata, el azúcar, la sal y los huevos hasta conseguir una mezcla homogénea.
Corta el pan en rebanadas gruesas y úntalas con mantequilla por los dos lados. Para acomodarlos mejor, puedes cortarlos en triángulos si el pan es de molde.
Lava las fresas y los arándanos, y sécalos. Elimina el pedúnculo de las fresas y trocéalas, en cuartos si son muy grandes, en mitades si son pequeñas.
Cubre el fondo del recipiente del slow cooker con papel de horno. Coloca el pan encima poniendo la mitad de las fresas y los arándanos entre cada rebanada. Reserva el resto para después.
Baña con la mezcla de leche despacio, cuidando que todo el pan quede impregnado. Reparte tres anises estrellados sobre el pan remojado. Mejor si quedan un poco sumergidos, así darán más sabor.
Pon un paño sobre el recipiente y coloca la tapa encima.
Cocina durante 2 horas en ALTA. El pan debe estar blando y tierno pero sin llegar a deshacerse.
Emplata cada ración esparciendo el resto de las fresas y arándanos crudos y las frambuesas sobre el pudin de pan.
Sirve recién hecho o frío, según tu gusto.
Pon cuidado en mojar bien cada trozo de pan. Es posible que los panes más cercanos al recipiente tiendan a secarse. Hidrátalos con la mezcla de leche para evitarlo.