Calabacín, cebolla, huevo y, a veces, patata. Es el zarangollo murciano, un revuelto que va bien como primer plato de una comida de mediodía o como plato único para una cena más o menos ligera, aunque cuentan por ahí que en Murcia se toma como aperitivo o guarnición. En casa lo engullimos como cena, que ya no tenemos los organismos para grandes banquetes antes de acostarnos y la verdura siempre sienta bien.
La receta más tradicional de zarangollo no lleva patata –parece que se fue añadiendo con el tiempo para hacer un plato más contundente–, y así la he replicado. No puede ser más sencilla de hacer, más asequible y con unos ingredientes más fáciles de encontrar en el mercado. Toda tu preocupación será encontrar el momento de comértelo recién hecho.
- 2 calabacines grandes
- 2 cebollas
- 3 huevos
- Aceite de oliva virgen extra
- Pimienta negra recién molida
- Sal
- Lava los calabacines y sécalos. Pela la cebolla. Corta ambas verduras en dados gruesos.
- Prepara una sartén con dos cucharadas de aceite de oliva y ponla a fuego muy fuerte. Cuando esté muy caliente, saltea la cebolla y el calabacín hasta que cojan un poco de color.
- Salpimienta y vierte la sartén en el slow cooker. Pon la tapa y cocina durante 2 horas en ALTA.
- Pasado el tiempo de cocción, elimina una buena parte del líquido que haya en la olla con una cuchara.
- Bate los huevos ligeramente, incorpora a la olla de inmediato –debe de estar muy caliente–, remueve y deja que cuaje durante unos diez minutos.
Es conveniente calcular el tiempo de cocción para que coincida con la hora de la comida, ya que para que el huevo cuaje bien, la verdura tiene que estar recién hecha y muy caliente.