En Francia hay una gran tradición de terrinas y patés. Cuando paseas por un hipermercado francés, es fácil ver utensilios para hacer terrinas, embotar y conservar estas maravillas cárnicas. Hoy toca darle al slow cooker con una receta que, si bien sirve para todo el año, en Navidad es cuando nos da más juego como aperitivo de lujo hecho en casa: una terrina de conejo a la pimienta.
Esta terrina de conejo se puede hacer con distintos tipos de grasa: de cerdo ibérico o de pato. Utiliza la que te sea más fácil de encontrar, pero si usas la de cerdo, intenta que sea ibérica; tiene un sabor más delicado que se va a notar en el resultado. Ten en cuenta que casi una tercera parte de la terrina es grasa, por eso es tan importante escogerla bien. Yo he utilizado grasa de pato porque me resulta fácil encontrarla cuando voy a Francia. Tenía un bote en casa –tengo que reponerlo– esperando a hacer una receta de este tipo. Sé que en España no es fácil de encontrar, por eso te doy la alternativa con la de cerdo ibérico.
La parte más complicada de esta receta es deshuesar el conejo. Te recomiendo que saques la mayor parte de carne que te sea posible, pero sin dejarte la vida rascando los huesos. Yo lo he hecho, porque estas cosas me relajan, pero ten en cuenta que en el paso 4, en el que hay que dorar la carne, lo que haya quedado pegado al hueso saldrá fácilmente y podrás sacarlo y añadirlo al slow cooker.
Cuidadito con el machete de los carniceros, que al trocear la carne de aguja lo llenan todo de esquirlas. Echa un ojo a las recomendaciones, allí te cuento cómo pedir la aguja en la carnicería para evitar tener invitados indeseables dentro de la terrina. ¡Bon appetit!
Cómo hacer terrina de conejo a la pimienta en slow cooker
- 1 conejo deshuesado con su hígado y sus huesos
- 400 g de aguja de cerdo
- 300 g de grasa de pato o manteca de cerdo ibérico
- 150 ml de vino blanco
- 10 granos de pimienta negra
- Pimienta negra molida
- Pimienta blanca molida
- 1 ramita de tomillo fresco
- 1 hoja de laurel
- Sal
- Si has comprado el conejo entero, saca la carne, desecha la cabeza y conserva los huesos y el hígado.
- Trocea la aguja de cerdo y conserva el hueso. Limpia la carne de los posibles restos de huesos que pueda tener.
- Pica las carnes y el hígado a cuchillo en trozos pequeños (no más de 1 cm de grosor).
- Prepara una sartén con un poco de grasa de pato o manteca de cerdo y dora los huesos de cerdo y conejo por todos los lados. Cuando estén dorados, añade el vino blanco y deja que se reduzca hasta que quede una cucharada de líquido. Reserva.
- Coloca la carne en el slow cooker y mézclala. Rompe los granos de pimienta negra y añádelos a la carne junto con un poco de sal, el laurel, la rama de tomillo, el jugo reducido de la sartén y mezcla.
- Coloca la grasa de pato o la manteca sobre la carne (reserva un poco para cubrir los botes) y cocina entre 5 7 6 horas en BAJA o hasta que esté tierna y se deshaga fácilmente.
- Pasado el tiempo de cocción, deja que la carne pierda un poco de temperatura y trabájala con un tenedor (sin sacarla del recipiente) hasta que se desmenuce. Prueba y rectifica de sal. Añade pimienta blanca y negra recién molidas a tu gusto.
- Coloca la masa de la terrina en botes de vidrio con tapa hermética. Compacta para evitar que quede aire en la masa. Nivela la superficie de la carne y añade un poco de grasa de pato o manteca derretida. Cierra los botes y refrigera.
- La terrina se puede conservar durante varias semanas en el frigorífico (sin estrenarla). Una vez retirada la capa de grasa, recomiendo consumirla en el plazo de una semana.
- Puedes congelar la terrina envasada en tarros de vidrio individuales y envueltos en papel film.
Puedes utilizar un recipiente de terrina en lugar de botes de vidrio. Es importante que tenga tapa y que selles la superficie con grasa de pato o manteca derretida.
En la carnicería, tienden a trocear la aguja partiendo el hueso con el machete. De esta manera, pueden quedar pequeños trozos de hueso esparcidos por la carne que, una vez troceada, serán difíciles de eliminar. Por eso te recomiendo que la compres en una pieza y la trocees en casa a cuchillo. Si no quieres hacerlo, no te olvides pedir en la carnicería que no partan el hueso, sino que lo retiren y te lo pongan junto a la carne.